martes, 16 de noviembre de 2010

Educación con Paréntesis y sin Paréntesis



Analizando de cerca mi situación, puedo concluir que realmente me hubiese gustado ser una profesora.  La idea no se concretó debido a que pesaron pensamientos más superficiales en aquel momento (aunque a veces pueden volcarse significativos). En estos días lamento no haber sido una educadora, sólo puedo observar desde afuera la realidad educativa de los escolares y de los docentes, sin poder aportar desde el centro del problema.

Ahora mi punto es la calidad de profesores en Chile. No creo que para que educando sea mejor o aprenda más, tenga que asistir a un colegio subvencionado o particular. En lo único que puede tener mayor injerencia es en las herramientas que entrega dicho establecimiento. Además, el currículum es el mismo, lo que varía es cómo el maestro aplica esos contenidos en el aula, cómo hace uso de sus herramientas propias.

No podemos pretender que para mejorar la educación pública tengamos que fusionar escuelas, cerrar otras, invertir en un liceo bicentenario, o incentivar el acceso a las carreras de pedagogía. Todo es parte de un espiral que tiene que mejorarse paulatinamente.

Partamos por lo primero ¿Cómo es la formación que recibe un estudiante de pedagogía? (de universidades tradicionales, por cierto, me perdonarán ustedes, pero no creo en lo que puedan aportar las privadas, salvo algunas, pero las menos). Cuando ingresé a mi primer año de universidad, muchos de mis ex compañeras del colegio ingresaron a carreras de pedagogía porque no pudieron ingresar a una ingeniería, derecho, enfermería, entre otras. Entonces, ahí avizoramos un futuro profesional frustrado, ya que estudiará, no por vocación sino por frustración.

Suele ser recurrente que  en las carreras pedagógicas científicas (matemáticas, física, química, biología, entre otras) se imponga las asignaturas de especialidad, antes que los ramos de educación.  Y estos últimos casi siempre son los más fáciles de pasar, algo así como un comodín, perdiendo su razón de ser. Aunque no desmerezco la especialidad, he escuchado a futuros profesores hablar de algunas materias que debieran manejar (mínimas eso sí) y no sabe nada.

Personalmente, en estas carreras afines a las ciencias, deberían primar en una instancia inicial la especialidad, para luego colocar un esmerado énfasis en los contenidos en educación.

Lo otro es la vocación o el objetivo a largo plazo. Seamos claros, en el ámbito municipalizado, los profesores son  mal remunerados lo que, obviamente, significa un desincentivo para seguir estos estudios. El sistema está mal estructurado.

Tampoco podemos pretender que un profesor de biología sepa de todo y todo, ya que si bien hay ciertos contenidos que nunca va a pasar en clases, puede seguir perfeccionándose amén de lograr ciertas metas que individualmente se proponga. El maestro, antes que pasar contenidos, debe guiar al alumno en su camino al aprendizaje. No sirve de mucho enseñar. Alguna vez escuché esto:

“-  Hey! Le enseñé a mi perro a hablar
-  ¿Cómo? Quiero verlo!
-  Aquí está mi perro
- Haber bonito, dime algo…  (a lo que el perro sólo ladra) Oye! Mentiroso, tu perro no habla
- Ah! Es que yo sólo dije que le enseñé hablar, no que había aprendido”

Entonces tenemos, un segundo punto, ¿cómo logramos que los educandos aprendan  de manera eficiente? Ese es otra interrogante para analizar, puesto que los maestros tienen que ser capaces de captar lo que necesita el escolar y cómo tiene que transmitir los conocimientos para que sean recepcionados y procesados por los estudiantes a fin de que el conocimiento no se pierda.

Entonces podemos esgrimir  cuatro  inflexiones que deben primar en la educación: vocación de enseñar, especialización en educación, transmisión de conocimientos y ser empático. Y mientras estas frases queden en el tintero no es mucho lo que se puede avanzar. Sólo soy una observadora.

*El título sólo es para encasillar lo que vemos y lo que no vemos